El último capítulo de esta historia se escribió en agosto de 2025, cuando Vogue incluyó, por primera vez en su edición impresa, un anuncio de Guess protagonizado por una modelo que nunca existió. Su piel perfecta, su cabello rubio impecable y su cuerpo estilizado fueron diseñados píxel a píxel por una startup de IA.
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El detalle apenas visible en la esquina del anuncio —“creado con inteligencia artificial”— es lo único que delata que esa mujer no es real.
| Modelo creada con IA para colección de verano de Guess
La moda lleva décadas perfeccionando la ilusión. Retocar fotos, ocultar “defectos”, alargar piernas, estrechar cinturas… Pero la IA va más allá: ya no parte de una persona real, sino que crea una desde cero, libre de cualquier singularidad humana.
El resultado: cuerpos y rostros tan perfectos como irreales. Como señaló la modelo Felicity Hayward, esto es “descorazonador y aterrador”, porque amenaza con borrar los avances logrados en inclusión: modelos trans, con hiyab, de tallas grandes o con distintos tonos de piel.
El problema no es solo estético. Es también psicológico y social. Organizaciones como Beat, especializadas en trastornos alimenticios, advierten que exponer a jóvenes a estas imágenes puede deteriorar su relación con el cuerpo y aumentar el riesgo de trastornos.
Ya lo vimos en 2024 con la campaña de Dove, que pidió a un generador de imágenes la “mujer más bella del mundo”: el resultado fueron clones casi idénticos, todas jóvenes, delgadas, blancas y rubias.
La IA, en lugar de abrir el abanico de lo diverso, parece estar reforzando un ideal de belleza uniforme y excluyente.
Y aquí surge la gran paradoja: los consumidores exigen autenticidad, pero las marcas corren tras el ahorro de costos y la perfección digital. ¿El resultado? Una moda que se aleja aún más de la realidad.
Las creadoras de la modelo de Guess, Valentina González y Andreea Petrescu, defienden que su trabajo es “complementario, no sustitutivo”. Pero en su web promocionan otra ventaja: menores gastos al eliminar maquilladores, fotógrafos, locaciones y viajes.
Si la rentabilidad dicta el rumbo, las modelos reales —y todos los profesionales que hay detrás de una producción de moda— corren el riesgo de ser desplazados.
¿Estamos frente al fin de las supermodelos de carne y hueso? No necesariamente. Pero lo que sí es seguro es que la moda ya entró en una era donde la belleza puede fabricarse a pedido, sin humanos en la ecuación.
La decisión de Vogue no es un simple anuncio: es un símbolo. Una señal de que incluso los guardianes de la moda más influyente del mundo ven aceptable mostrar un ideal de belleza que no existe.
El futuro traerá avatares personalizados para probar ropa virtualmente o campañas enteras con rostros digitales. Pero también nos obligará a hacernos preguntas incómodas:
¿Queremos un mundo donde el ideal de belleza sea un algoritmo?
¿Qué pasa con la diversidad y las historias humanas detrás de cada modelo?
¿Cuánto más puede soportar nuestra salud mental frente a estándares imposibles?
Porque la moda siempre fue aspiracional, pero hoy, con la IA, corre el riesgo de ser simplemente irreal.
Basado en el reportaje de Yasmin Rufo, BBC News (28 de julio de 2025): La polémica tras la aparición en Vogue por primera vez de una modelo creada con IA.