En 2017, el mundo quedó boquiabierto cuando el sistema AlphaGo de Google venció al campeón mundial de Go, Ke Jie. Aquello fue un golpe de realidad: la inteligencia artificial no solo podía jugar, sino superar a los mejores en terrenos profundamente humanos.
Ocho años después, un nuevo capítulo se escribe: robots humanoides completando una media maratón en Pekín. No en un laboratorio, no en una demostración controlada, sino en plena calle, bajo el mismo sol que los corredores humanos.
Ese evento, con 21 robots recorriendo 21 kilómetros, es más que una curiosidad tecnológica. Es una señal de que los robots humanoides ya no están confinados a ferias de innovación o videos virales: están listos para compartir nuestros espacios y asumir tareas reales.
Del taller a la vida diaria
Un robot humanoide es, en esencia, una máquina diseñada para imitar nuestra forma y, hasta cierto punto, nuestros movimientos. A diferencia de los brazos robóticos industriales, que trabajan en líneas de montaje cerradas, los humanoides están pensados para convivir con nosotros: caminar por pasillos, manipular objetos cotidianos, interactuar en entornos no controlados.
Su potencial es tan vasto como variado: desde la asistencia en hospitales y el cuidado de personas mayores, hasta el mantenimiento de espacios públicos y la atención al cliente. Y la proyección es tan ambiciosa como inquietante: para 2040, se estima que podrían operar miles de millones de robots humanoides en todo el planeta.
Goldman Sachs calcula que, en 2035, este mercado valdrá 38 000 millones de dólares. Otros, como Fortune Business Insights, creen que el crecimiento será aún más acelerado, llegando a 66 000 millones de dólares en 2032, con un ritmo de expansión cercano al 50% anual.
El motor invisible: IA, chips y sensores
La anatomía de un robot humanoide es un mosaico de industrias: semiconductores, inteligencia artificial, actuadores y sensores de precisión. Cada uno requiere chips de alto rendimiento para controlar el movimiento, interpretar el entorno y tomar decisiones en tiempo real. El desarrollo de estos sistemas no solo impulsa la robótica, sino que puede desencadenar una nueva ola de crecimiento en la industria global de semiconductores.
Compañías como Tesla (con su proyecto Optimus), Figure AI (respaldada por OpenAI) y Unitree Technology están acelerando la carrera por llevar estos robots del laboratorio a la calle. Y en esta carrera, dos países concentran el protagonismo: Estados Unidos y China.
El Apollo de Apptronik mide 1,72 metros de alto, pesa 72 kilos y tiene una pantalla electrónica en el pecho. Por ahora, se centra en las tareas más básicas: mover cajas, contenedores industriales, contenedores y otros materiales, una tarea interminable para los fabricantes y operadores de almacenes que no pueden encontrar suficientes trabajadores.
China pisa el acelerador
En los últimos cinco años, China ha registrado 5.688 patentes de robótica humanoide, casi cuatro veces más que Estados Unidos. El mercado chino, actualmente de 2.760 millones de yuanes (377 millones de dólares), podría dispararse a 75.000 millones de yuanes (10.260 millones de dólares) en 2029, representando casi un tercio del mercado global.
La maratón de robots en Pekín no es casualidad: es una demostración de músculo tecnológico y de ambición estratégica. Mientras tanto, gigantes como Amazon experimentan con robots humanoides para la “última milla” en entregas, combinando la precisión mecánica con la flexibilidad humana.
Entre el asombro y la cautela
Con cada avance, surgen también las preguntas difíciles: ¿qué trabajos desaparecerán?, ¿qué tareas serán más seguras gracias a los robots?, ¿qué nuevas profesiones nacerán? La historia sugiere que la tecnología no solo reemplaza, también transforma. Habrá pérdidas, pero también oportunidades para quienes sepan trabajar junto a estas máquinas.
Sin embargo, para que esta transición sea aceptada, será clave establecer “guardarraíles”: normas técnicas, protocolos de seguridad y marcos regulatorios claros. Los robots humanoides no solo deben ser eficientes, sino también predecibles, seguros y respetuosos con las normas sociales, especialmente en entornos íntimos como el hogar.
Ameca, es un inquietante robot humanoide que usa IA y conversa en varios idiomas. La empresa inglesa Engineered Arts ha realizado una demostración en la que el autómata se comunica de forma natural y con expresividad facial humana.
El futuro, ya en marcha
La imagen de un robot humanoide entregando paquetes o asistiendo a un cirujano puede parecer futurista, pero el futuro está aquí. La pregunta ya no es si conviviremos con ellos, sino cómo lo haremos.
La revolución de los humanoides no será un evento aislado, sino un proceso continuo, impulsado por la convergencia de la inteligencia artificial, la ingeniería avanzada y la demanda de soluciones ante desafíos humanos como el envejecimiento poblacional y la escasez de mano de obra.
Quizás, dentro de unos años, mirar hacia atrás y recordar la maratón de Pekín sea como hoy recordamos el primer vuelo de los hermanos Wright: un momento que parecía una curiosidad… pero que cambió para siempre el rumbo de la historia.
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Leonardo Burgos
Diplomado en Transformación y Disrupción Digital Universidad de Cambridge. Inglaterra. CEO Marketing Inbound. Co Fundador de La Cumbre Digital.
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